Del 3 al 8 de agosto el R.P. André Forest, fundador de los Canónigos Regulares de San Agustín en Sant’Antimo cerca de Siena vino a predicarnos los ejercicios espirituales anuales.
Nos propuso el tema apasionante y vivificante de las Bienaventuranzas : constituyen la regla de vida del Nuevo Testamento dadas por el mismo Jesús, el camino exaltador trazado por Su gracia, infinitamente más exigente que el decálogo, pero solo ellas son capaces de unirnos íntimamente a Dios en su misterio trinitario:
Mucho le agradecemos al Padre Forest haber difundido en nuestras almas el perfume de la alegría que sus palabras y su cara irradian. Quedará en los Anales de Villatalla como el primer predicador de nuestra pequeña fundación.
Éramos cuatro monjes en esos ejercicios espirituales, entre ellos el hermano Ansgar Santogrossi, Americano, y el joven franciscano de la Inmaculada, el hermano Egidio-María Mariani, Italiano. Ambos tenían el propósito de juntarse con nosotros, pero finalmente se marcharán, uno para seguir con su enseñanza en el Seminario de la Fraternidad Sacerdotal San Pedro en Denton y el otro para volver a su comunidad franciscana.
Nos propuso el tema apasionante y vivificante de las Bienaventuranzas : constituyen la regla de vida del Nuevo Testamento dadas por el mismo Jesús, el camino exaltador trazado por Su gracia, infinitamente más exigente que el decálogo, pero solo ellas son capaces de unirnos íntimamente a Dios en su misterio trinitario:
Bienaventurados aquellos que tienen alma de pobres, porque de ellos es el reino de los cielos […], bienaventurados seréis cuando os insulten, os persigan y cuenten falsamente de vosotros toda clase de maldades a causa de mi. Alegraos, y exultad porque vuestra recompensa será grande en el cielo.
Tal es la paradoja cristiana : participar en los sufrimientos y en la Cruz de Jesús es fuente de alegría interior inconmensurable. “Por ese madero vino alegría para el mundo entero” (liturgia del Viernes Santo).Mucho le agradecemos al Padre Forest haber difundido en nuestras almas el perfume de la alegría que sus palabras y su cara irradian. Quedará en los Anales de Villatalla como el primer predicador de nuestra pequeña fundación.
Éramos cuatro monjes en esos ejercicios espirituales, entre ellos el hermano Ansgar Santogrossi, Americano, y el joven franciscano de la Inmaculada, el hermano Egidio-María Mariani, Italiano. Ambos tenían el propósito de juntarse con nosotros, pero finalmente se marcharán, uno para seguir con su enseñanza en el Seminario de la Fraternidad Sacerdotal San Pedro en Denton y el otro para volver a su comunidad franciscana.